“El borrador de la Directiva de Aguas Residuales nos está marcando unas condiciones fundamentales vinculadas a las redes de alcantarillado como es el caso del control de los desbordamientos de aguas sin tratar”

Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimiento y Saneamiento (AEAS)

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Fernando Morcillo es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, diplomado en Ingeniería Ambiental habiendo además cursado estudios de postgrado de economía empresarial. A lo largo de su vida profesional ha trabajado en el sector privado y público, en materia industrial y urbana.

Le cautivó la ingeniería de servicios y trabajó en el Canal de Isabel II desarrollando instalaciones, obras, sistemas de explotación, etc. Asimismo, participó durante diez años con The World’s Water y desde 2014 ejerce como presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS), agrupación profesional de referencia en el sector del agua urbana en España.

AEAS cumple este año su 50 aniversario. ¿Cuál es el cometido de AEAS?
En 1973 como asociación profesional sin ánimo de lucro para la promoción y el desarrollo de los aspectos científicos, técnicos, administrativos y legales de los servicios urbanos de abastecimiento de agua y saneamiento.

AEAS engloba a entidades gestoras −servicios municipales y entidades públicas, privadas y mixtas−, así como a empresas tecnológicas relacionadas con el sector del agua, organismos públicos y expertos individuales.

Por tanto, podría decirse que somos un foro de encuentro técnico y de intercambio de experiencias, que intentamos defender los valores de eficiencia de los servicios y de mejorar el servicio de los ciudadanos. Eso es lo que está escrito en nuestros estatutos y en nuestra acta fundacional.

La digitalización es un término que ahora está en boca de todos. ¿Qué significa para AEAS?

Las condiciones específicas de nuestro sector, muy desplegado en el territorio y con numerosas infraestructuras situadas lejos de los centros urbanos, siempre han requerido de sensibilización elemental de comunicaciones, no solo de telecontrol, de captación de señales o de manejo de las mismas, sino también de telemando porque había que actuar sobre sistemas establecidos a muchos kilómetros de distancia. Esto, que hoy se ve muy elemental, en su momento, ahorró muchísimos costes al ciudadano y al contribuyente.

Las empresas son entidades que manejan infinidad de datos, porque prácticamente todos los ciudadanos somos usuarios del agua. De hecho, en este momento en España, tenemos casi medio contador por persona, unos 20 millones de contadores, lo que provoca que se genere un gran volumen de información. Todo esto, ha generado la necesidad imperiosa de la propia gestión de los activos para saber dónde están los nudos de conexión, dónde están las bombas, dónde están los depósitos, etc. Lo cual también condicionó y propició el tener siempre el foco pensando en el despliegue y gestión de la información.

Hoy es lo que llamamos gemelos digitales, pero que antiguamente era conocido como un modelo de simulación. Es algo en lo que se ha ido evolucionando, en primer lugar, en las grandes ciudades, pero que ya ha pasado en muchas poblaciones en España, o sea, ya vemos que es una necesidad gestionar los datos para aportar la mejor solución.

De hecho, nos encontramos con dos etapas. La primera, en los años 60, con el despliegue de infraestructura civil, que empieza a convertirse en unidades industriales, es el caso de las plantas de tratamiento de agua potable (ETAP), donde se “fabrica” agua potable a partir de agua natural a través de procesos muy industriales como la filtración o la cloración. La segunda, en los años 80, empieza a hacer lo mismo con las plantas de aguas residuales.

Por tanto, contamos con mucha infraestructura desplegada en el territorio, podríamos decir, infraestructura hidráulica de poco volumen y también plantas industriales que se han convertido en unidades productivas que hay que explotar y mantener como una industria.

Y ahora mismo, ¿cómo calificaría el estado actual de digitalización de las redes de abastecimiento y saneamiento?

El problema que tenemos en nuestro país es la extrema heterogeneidad que existe entre los grandes líderes del sector y aquellas poblaciones de menor capacidad tecnológica, que siguen siendo, por otro lado, en muchas ocasiones, responsabilidad y se encuentran bajo gestión directa de los ayuntamientos, lo que es un problema porque requiere de una elevada especialización y, en ocasiones, no tienen la capacidad de hacerlo.

Los líderes están muy bien posicionados, porque, desde los años 90, nuestra industria ha salido al exterior con mucha potencia y fuerza. Tenemos una historia muy larga en este ámbito y, por tanto, una capacidad muy grande. Por ejemplo, en materia de desalación. Si miras la industria española dices: no fabricamos nada de lo que es necesario para hacer una desoladora. No hacemos membranas, no hacemos bombas de presión, no hacemos recuperadores de energía, pero lo sabemos integrar y sabemos dar una solución comprando lo mejor porque garantizamos el funcionamiento de esas plantas. Somos unos magníficos integradores con soluciones orientadas hacia lo que quiere el cliente, que al final es disponer de agua para el consumo humano y, por supuesto, para el regadío. Tenemos unas organizaciones muy punteras que han vivido el desarrollo mundial.

El sector español está preparado para estos saltos tecnológicos. Sabemos dar soluciones.

Lo que no quita que exista una gran brecha entre líderes y las pequeñas empresas, sobre todo, cuando no se agrupan. Las agrupaciones de municipios son importantes para poder conseguir economías de escala que permitan ser más eficientes y capaces tecnológicamente para abordar esta gran revolución que se está produciendo.

“Los sistemas robotizados son clave en la red de alcantarillado para la preparación, la vigilancia y la observación, pero también para el regadío para evitar posibles fugas de agua en grandes distancias”

El mundo rural, que tiene mucha menos población y menos recursos, está más disperso en los núcleos de población y éste es el principal reto al que nos tenemos que enfrentar. ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué estrategias cree que son posibles para solucionar esta brecha?

Básicamente, la forma de hacerlo es a través de la concentración o la integración de municipios en sistemas diferentes. Pueden ser mancomunidades, empresas provinciales, las diputaciones autonómicas, etc. Todo ello, aporta grandes ventajas a la hora de repartir los esfuerzos ciudadanos porque, lógicamente, el servicio en un pequeño municipio es más caro que en una gran capital sea de cliente, de metro cúbico servido o de cualquiera otra ratio. Entonces solo agrupando se consigue que sea eficiente y se igualan condiciones de coste y de tecnología, gracias a ese tamaño crítico que deberían tener las instalaciones y los servicios.

¿Y ese tamaño crítico lo puede dimensionar?

Nosotros creemos que hay muy buenas experiencias por encima de los cien mil o ciento cincuenta mil. No está definido, a lo mejor en algún sitio puede haber una entidad por condiciones de contorno y de coyuntura, que sea eficiente, con cincuenta mil.

Siempre hay excepciones, pero en esa frontera se tendría una entidad ideal, aunque si se puede hacer nucleándonos con una gran ciudad como una gran conurbación, mucho mejor. Es el ejemplo que tiene la Comunidad de Madrid, que da servicios a municipios muy pequeñitos de la sierra. Eso permite unas economías de escala y unos ajustes económicos, pero también de prestación del servicio de calidad, de confort y de seguridad, muy superiores a si lo hicieran por núcleos individualizados.

No podemos perder de vista tampoco la solución que ofrecen las empresas privadas. Que en muchas ocasiones no requiere que esa agrupación de municipios sea convexa, es decir, que no requiere que los municipios sean de un mismo territorio, administración, región, o autonomía, sino que, gracias a las nuevas tecnologías, permite hacer economías de escala con municipios aislados, pero que sumen una cierta población. Se trata de soluciones de operación integrada que no tienen que ver con la conexión regional, administrativa o territorial y que, al final, tiene un tamaño idóneo para dar soluciones tecnológicas adecuadas.

En las fases que ha habido en la digitalización del sector agua, ¿han estado determinadas por la necesidad o por la rápida incorporación de avances tecnológicos? Es decir, ¿el sector de la distribución y el saneamiento ha sabido integrar rápidamente la tecnología?

Al no haber un mercado competitivo alrededor de ellos, sino más bien una competencia por el prestigio, ha avanzado más lentamente que otros sectores. Y, en definitiva, muchas tecnologías se importan de otros sectores, se desarrollan en otros sectores que son más punteros por razones de competitividad, pero llegan al agua, aunque prudentemente. Podríamos estar más desarrollados, sin duda.

Me gustaría poner un ejemplo de lo que identificamos en la curva que tenemos de agua no registrada, con el cual estamos midiendo el funcionamiento de las redes. En los años 90 teníamos entre 33 y 35% de agua no registrada – suma de pérdidas, más fraude, errores de medición, etc.-. En la actualidad, estamos en el 23,5%, pero en 2008 habíamos llegado al 22%. Sin embargo, la falta de inversión tras la crisis de aquellos años, que ha calado profundamente en el ámbito del agua, porque estamos invirtiendo cuatro o cinco veces menos de lo que se invertía en aquellas en la época anterior al 2008, hizo que esa ratio repuntara.

En 2012 la tecnología digital de control de fugas empieza a generalizarse un poco y a partir de ahí hemos mantenido las condiciones. Obviamente, el escenario no se mejorará mientras no renovemos infraestructura, que es la base, pero la digitalización en este campo ofrece una capacidad de diagnóstico muy rápida, lo que te permite agilizar la toma de decisiones y favorece la actuación activa, preventivamente ante una incidencia o correctivamente.

Toda la tecnología actual implementada en las redes hídricas está permitiendo mantener un estatus que no es el mejor, pero que han evitado volver a subir a valores por encima del 30%. Ese 23,5% que hoy tenemos en nuestro estudio nacional del año 2022, es una media y, como todas las medias, hay que tener cuidado con ella. Hay sistemas en España que tienen un índice de agua no registrada del 60%, mientras que las grandes ciudades están cerca del 10, incluso por debajo de ese valor. Es decir, hay una tremenda dispersión de resultados, de pérdidas en las redes por el mal funcionamiento de las mismas.

En todo este proceso de mejora continua, ¿cree que el PERTE va a solucionar los problemas actuales o va a ser un empujón que, si no se mantiene, hará que volvamos al punto de salida?

En este momento, que estamos viviendo una evolución muy poderosa de la legislación europea en materia de agua, creo que eso se va a mantener, porque Europa es muchísimo más estable que nosotros en sus decisiones de reglas de normativa y del seguimiento de estas.

En enero se ha publicado el Real Decreto 3/2023, que es la trasposición de la Directiva de Aguas Potables, una directiva europea de hace dos años, en la que se traspone una obligación de reportar, en el año 2026, las condiciones de eficiencia de nuestras redes, aunque están por definir los parámetros.

Además del reporte de todos los países, habrá actos delegados para fijar objetivos en cada país nos irá imponiendo una obligación, prácticamente, a todos los municipios de cierto tamaño. Por lo cual, evolucionaremos mucho y bien en ese sentido y requerirá la disposición de mecanismos de digitalización.

El PERTE ha venido en un momento ideal para eso porque se identifican unas condiciones exigidas por Europa. Además, tenemos en ciernes, ya está el borrador de la Directiva de Aguas Residuales, que tardará también un par de años en llegar, que nos está marcando unas condiciones fundamentales vinculadas a las redes de alcantarillado como es el caso del control de los desbordamientos de aguas sin tratar.

Esto va a generar en el momento que se establezcan unas condiciones de exigencia también muy potentes para algo que hoy nadie mira, que son las redes de alcantarillado y que gracias a la ingeniería civil tienen mucha inercia que no requieren de mucho para funcionar. Además, nuestros mayores activos públicos en el agua en el ciclo urbano están en las redes de alcantarillado. Por otro lado, muy envejecidas y deterioradas, con serios problemas, digamos de funcionamiento, pero que dan su servicio después de muchos años.

“La digitalización en el ámbito del control de fugas ofrece una capacidad de diagnóstico muy rápida, lo que permite agilizar la toma de decisiones y favorece la actuación activa”

También está aprobado el Reglamento Europeo de Reutilización, que se destina exclusivamente a regadío, a agua para riego agrícola. Europa ha llegado a una conclusión común de cómo debería hacerse esto y, por ello, surge este reglamento que tenemos que ir cumpliendo. Esto también nos va a condicionar y requiere despliegue de digitalización para su cumplimiento.

En los últimos años ha habido una importante transformación en términos de sensorización y calidad. Hoy tenemos sensorización de muchos parámetros físicos como la presión, humedad o temperatura, pero la calidad se va a acabar imponiendo porque hoy las redes pueden ser muy sensibles a incidencias de calidad y es primordial asegurar al ciudadano la calidad del servicio. El agua es uno de los elementos de ingesta más controlados, pero, aun así, dado el sistema de reparto, la red va a tener que estar plagada en los próximos años de mecanismos, dispositivos y sensores de calidad. Tendremos que buscar aquellos que den una explicación de una posible incidencia o deterioro de la calidad del agua.

Y luego, por otro lado, en un país como el nuestro, que es muy seco, con una distribución del agua heterogéneamente repartida, un elemento fundamental es la propia administración del agua. Todavía tenemos una administración un poco decimonónica. En los años 80 hubo un despliegue muy grande de los sistemas de control de los ríos, de extracción de agua y de calidad, que pretendían ser muy potentes pero que se ha quedado ya obsoletos y fuera de los parámetros típicos que hoy exige la digitalización, tanto de sensorización, de comunicaciones, de integración de datos o su análisis.

En relación con la digitalización, ya no vale solo tener un panel y un SCADA en donde notifiquen una alerta o un fallo. Ahora hay sistemas de inteligencia artificial o de robótica que permitan tomar decisiones de forma online y casi en tiempo real. Los sistemas robotizados son clave en la red de alcantarillado para la preparación, la vigilancia y la observación, pero también para el regadío para evitar posibles fugas de agua en grandes distancias, por ejemplo, los drones ayudan a vigilar grandísimas longitudes de tuberías y detectar con cámaras humedades que no debería haber en determinados puntos.

Por último, hablemos del papel de la ciberseguridad en la digitalización del ciclo integral del agua, ¿cuál es su visión?

El tema de la ciberseguridad, personalmente, me preocupa mucho y así lo hemos trasladado al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Las bases fundamentales de la seguridad informática y electrónica hay que ponerlas desde el principio sino luego serán todo parches y soluciones malas. Es necesario empezar teniendo una visión clara de ser lo más seguro posible porque son muchos datos y si se manipulan pueden generar unos diagnósticos muy errados. Por eso, debemos tenerlo en cuenta e incluirlos en las partidas de costes, en la especialización y en el desarrollo posterior para evitar equivocarnos.

Elliot Cloud

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