"Programas como el PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua sirven para que se active el sector, ya sea como una oportunidad para captar recursos o para mejorar”

Enrique Cabrera, Vicepresidente Senior de la asociación internacional del agua (IWA)

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IWA

Enrique Cabrera es miembro de International Water Association (IWA) desde 2002, ha sido miembro del consejo desde 2012 a 2022, vicepresidente de esta asociación durante cuatro años (2018-2022) y presidente de la junta directiva de IWA Publishing desde 2013.
Además, es Profesor de la Universitat Politécnica de Valencia desde 1999 y ostenta la Cátedra de Mecánica de Fluidos desde 2017.
Esta labor la compagina con trabajos de consultoría en numerosos proyectos tanto nacionales como internacionales en gestión y operación eficiente de sistemas de agua urbana.

La Asociación Internacional del Agua (IWA) es una plataforma abierta, pero ordenada, en la que tanto los innovadores como los que adoptan nuevas tecnologías y enfoques pueden generar fricciones creativas. Es un lugar de difusión, benchmarking y evidencia. Sus programas desarrollan investigaciones y proyectos enfocados en soluciones para el manejo de agua y aguas residuales, organizando eventos de clase mundial que traen la ciencia, la tecnología y las mejores prácticas más recientes al sector del agua en general y trabajando para colocar el agua en la agenda política mundial e influir en las mejores prácticas en la regulación y la formulación de políticas, a través de la membresía global de la IWA

ENTREVISTA

En primer lugar, ¿podría contarnos qué le motivó a asociarse a IWA?

Me pareció que IWA era un buen lugar para estar en contacto con los profesionales del sector del agua y así ha sido siempre. De hecho
desde muy pronto comencé a asumir responsabilidades, lo cual me ha dado acceso a muchos grupos de trabajo y a investigaciones de carácter novedoso.

¿Y cómo cree que ha sido el proceso de digitalización en el sector de la gestión del agua desde que comenzó su vida profesional hasta ahora?

Creo que ha sido progresivo, ha habido varias líneas de trabajo que han ido convergiendo, y, unidas a la madurez del sector, han desembocado en este momento en el cual el clima es muy adecuado para el avance y la mejora en este sentido. Por ejemplo, los operadores llevan más de 25 años digitalizándose con los primeros GIS y SCADA. De manera simultánea y gradualmente, se fue popularizando el uso de los primeros modelos matemáticos, además de contar con mayores y mejores avances en la capacidad de proceso de los ordenadores, la posibilidad de realizar computación en la nube, etc. Si a esto le añadimos un adecuado marketing, estamos en el momento idóneo para mantener líneas de trabajo de mejora continua digital en el ámbito de las redes de aguas.

¿Piensa que el término digital ha llegado de golpe para denominar a algo ya conocido, pero que antes se denominaba de otra forma, como smart?

En realidad, no es lo mismo, porque la gente no lo percibe igual, pero son conceptos muy parecidos. Ha cambiado por ejemplo en que ahora tenemos nuevas plataformas agregadoras de datos; estas herramientas recogen un montón de datos, los arreglan de una forma atractiva, para que se puedan usar para algo útil y vistoso. Generalmente funcionan en la nube y consiguen que el uso sea fácil y asequible a casi cualquiera.

Por otro lado, antes los modelos constituían una tecnología complicada, lejanos para casi todos los usuarios; ahora casi se pueden construir sin tener mucho conocimiento o experiencia previa. Ahora los datos se usan para muchas cosas, antes se recogían, pero se usaban poco, para aplicaciones muy marginales, y gradualmente se están aplicando a muchos más procesos y herramientas. No obstante, creo que los procesos de inteligencia artificial, al menos aplicados a las redes de agua, no han llegado a la plena madurez y todavía les queda recorrido.

¿Qué opina de sustituir los modelos matemáticos por conjuntos de series de datos que se relacionen entre sí y obtienen nuevas previsiones?

Pues que en realidad eso son también modelos, es lo mismo. Si bien en lugar de un modelo físico, es un modelo estadístico, una caja negra. Porque las ecuaciones de la física no son perfectas, pero conozco cómo funcionan y son siempre las mismas; mientras que en los modelos en los que se aplica la estadística, los resultados dependerán de la capacidad de los que lo construyen de encontrar relaciones entre las variables, de lo significativo de dichas relaciones y de la calidad de los datos utilizados.

¿Cree que merece la pena gastar el tiempo y los recursos en construir un modelo con mucho detalle?

En mi opinión a veces es empezar la casa por el tejado, pues lo primero debería ser preguntarte qué quieres hacer con el modelo o qué necesitas resolver. El problema con los modelos de redes de agua es que son representaciones de sistemas que son muy difíciles de conocer con detalle al estar enterrados bajo tierra. Hoy en día se puede construir un modelo con mucho menos esfuerzo con las herramientas que tenemos a nuestra disposición, es posible tenerlo en una hora, pero luego habrá que revisar cómo de bueno es ese modelo y si se ajusta adecuadamente o ayuda a resolver el problema que tenemos que acometer. Pero siempre se tiene que hacer un análisis coste-beneficio.

En general, en función del nivel de madurez del operador, suele ser una inversión provechosa, pues mejorará la calidad del servicio.

En su opinión, ¿tienen sentido los estudios para encontrar el punto óptimo de información y detalle necesario para conseguir un modelo lo suficientemente bueno?

No conozco ningún estudio de este tipo de carácter público, pero estoy convencido de que las empresas privadas ya lo están llevando a cabo. En concreto, las que tienen más capacidad de realizarlo son las empresas de software, porque tienen todos los datos de sus usuarios, pero serán investigaciones de carácter interno, para comprender mejor la aplicación de sus productos, y no los van a publicar externamente.

Respecto al grado de detalle esperable de un modelo, es evidente que, si se incorporan datos de telelectura para todos los contadores de la red, se puede llevar a una caracterización del comportamiento de la red muy fidedigna. Lo que no está tan claro es que esa precisión sea realmente necesaria.

Las necesidades van a depender del nivel de servicio que se pretenda ofrecer y el precio del mismo. Si el servicio prestado a los clientes se posiciona como premium, va a resultar muy importante emplear la última tecnología disponible y optar a todas las opciones que nos ofrece. Pero desde el punto de vista puramente ingenieril, a veces no es necesario un conocimiento con ese nivel de detalle para operar óptimamente la red.

“La digitalización ha ayudado a ser más eficientes en la operación de las redes, retroalimentándose su desarrollo autónomamente”

¿Cree que hay factores externos que han incentivado la digitalización, como el aumento del precio de la energía?

No, en el caso de España y en el último año, que es cuando los precios de la energía se han disparado, creo más bien que lo que más la ha incentivado ha sido la inyección de dinero público. Y, por otro lado, la digitalización por sí misma también ha ayudado a ser más eficientes en la operación de las redes, retroalimentándose su desarrollo autónomamente.

¿En su opinión, es conveniente que la Administración colabore con estos incentivos naturales? ¿A quién cree que benefician más?

Es muy beneficioso que la Administración apueste por la digitalización. En España no hay regulador central, por lo que las competencias se encuentran atomizadas en los Ayuntamientos, por lo que es más difícil forzar el cambio global. Cuando nos encontramos en un monopolio natural como este, donde no hay incentivos para la mejora continua, programas como el PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua sirven para que se active el sector, ya sea como una oportunidad para captar recursos o para mejorar.

Este beneficio va a depender mucho de cómo se otorguen los proyectos. Me preocupa que acabe siendo el típico fondo que se gasta sin una directriz técnica clara, sin una visión estratégica, y me preocupa por la premura que se tiene de ejecutar este gasto. Si se emplea en proyectos como el disponer el 100% de contadores inteligentes, que en sitios donde están muy retrasados en digitalización seguramente no sea la manera óptima de abordar una digitalización enfocada a resolver problemas, se corre este riesgo. Es verdad que moverá dinero en el sector, pero no tendrá todo el impacto que podría haber tenido. Cada proyecto debería ir asociado a un plan estratégico de digitalización que incluya objetivos y plan de inversiones, solicitando un cronograma de actuaciones para llevarlo a cabo. Este sería el planteamiento teórico ideal.

¿Considera que hemos estado siempre en posición de liderazgo digital en el agua en España? ¿Por qué?

España siempre ha estado bien posicionada en la gestión del agua, ahora mismo somos líderes en la digitalización del agua, por la concentración existente de empresas y proyectos. Siempre hemos tenido sistemas punteros y con tecnología y operación a la par que los mejores ejemplos de otros lugares emblemáticos del mundo.
Aunque también está la otra cara de la moneda, somos más de 8.800 municipios, con gestión muy atomizada, en la cual no es posible que llegue toda la tecnología. Si se nos compara con otros países como Reino Unido, en el cual la gestión del agua se agrupa en solo 10 empresas, es complicado alcanzar el mismo desarrollo en todos los suministros de agua. No podemos comparar, por ejemplo, Canal de Isabel II con un pueblo pequeño de 100 habitantes, por economía de escala. Esos últimos siempre estarán menos avanzados.

En España nos ha venido bien la globalización, pues las empresas españolas que tenían el know how les costaba saltar al extranjero, simplemente por dificultades en la comunicación, el percibirnos como un país menos avanzado solo por tener un acento diferente a la hora de hablar inglés. Pero como la revolución digital es muy digital, las aplicaciones son muchas veces pantallas que se pueden traducir fácilmente, los usuarios no se fijan tanto en el origen, que resulta menos visible, como en la utilidad y la capacidad de la solución.

Siempre ha pasado que lo anglosajón ha tenido un tinte como de mayor prestigio, solo por ser nativos en esta lengua, incluso dentro de grupos de investigación, a igualdad de capacidades, pero en los últimos años esta diferencia se ha ido diluyendo.

Debemos tener en cuenta que España, además, es un país que no se vende muy bien al exterior. Hay países que globalmente, se dedican a procurar posicionarse como líderes en el agua, no así nuestro caso, pero la calidad de nuestros profesionales habla por sí sola, y veremos si el PERTE puede dar ese definitivo empujón.

“Estamos viviendo de prestado, por ejemplo, en la explotación de los acuíferos, que estamos llegando a casi 1.000 metros de profundidad en algunos de ellos”

Qué opina de la digitalización en los regadíos, que suponen un 70% del gasto de agua?

La digitalización es positiva en todos los ámbitos, pero el problema que tenemos en España es más de cantidad de recurso que de tecnología. En ese sentido, no es tanto el problema del regadío, sino de gobernanza. Se ha insistido muchísimo en la modernización de los regadíos. Antes se regaba a manta y ahora es todo por goteo y, dicho sea de paso, este proceso puede no ser el óptimo desde un punto de vista energético. El regadío español es más eficiente que el de muchos otros lugares del mundo.

Con el cambio climático va a haber poca disponibilidad de agua y tenemos que aprender a priorizar los usos, todos los usos, lo cual es un problema político. Igual que no hay dinero para gastar todo lo que quisiéramos en educación o sanidad, no va a haber agua para todo.
Estamos viviendo de prestado, por ejemplo, en la explotación de los acuíferos, que estamos llegando a casi 1.000 metros de profundidad en algunos de ellos. Lo único que se puede hacer, además de ser más eficientes, es priorizar usos y tenemos que asumirlo. En la costa habrá agua cara a base de desalinización, pero en el interior no hay agua para todo y hay que planificar, no se puede tener además de regadíos, urbanizaciones enormes, usos recreativos, crecimiento en todos los sectores y todo lo que se plantee, diciendo a cada proyecto que sí.

¿Cree que la digitalización puede ayudar a decidir cuáles son los usos del agua más necesarios, además de a optimizar los procesos?

Bueno, puede ayudar a escondernos en el dato, a justificar una decisión, pero creo que al final tiene que ser una decisión tomada por personas. Lo podemos apoyar en datos, pero siempre será una decisión última de índole política y para la cual deberíamos empezar a educar a la ciudadanía, porque no va a ser nada fácil.

Ahora mismo, los que deciden el uso y reparto del agua son las Confederaciones, ¿verdad?

Sí, emplean modelos de asignación del recurso, repartiendo entre los que tienen derecho al uso, no priorizando unos usos frente a otros de manera clara y estratégica.

En un futuro, tendrían que existir mecanismos claros para poder denegar el agua a ciertos proyectos o cambiar la asignación ya concedida a algunos usos. Es un tema muy complicado, más teniendo en cuenta la relación de nuestros ciudadanos con el agua a través de la historia. Tenemos derechos históricos que han jugado un papel muy importante y que hasta ahora han sido inamovibles.

Somos un país con mucha tradición en este sentido, y, por ejemplo, en Valencia está el Tribunal de las Aguas, con más de 1.000 años de historia (el más antiguo del mundo en funcionamiento), y que es un ejemplo de lo importante que es el agua para nosotros. Pero precisamente por esa importancia tenemos que empezar a pensar que no vamos a poder mantener el actual status quo y que habrá que volver a imaginar cómo gestionar un recurso que va a ser mucho más escaso.
Tendremos que empezar a pensar fuera de la caja, porque lo que hemos usado hasta ahora ya no nos sirve.

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